La Sierra Nevada de Mérida en los Andes venezolanos constituye en la actualidad el mejor refugio para los últimos venados del páramo (Odocoileus lasiotis), criaturas que hasta no hace mucho se consideraban subespecie del venado de cola blanca (Odocoileus virginianus), bastante extendido por el continente americano.
No obstante, ciertas características físicas y genéticas sirvieron de base para que algunos estudios rigurosos permitieran reconocerlo como una especie autónoma y endémica (exclusiva) de Venezuela. El venado del páramo presenta un pelaje denso y largo y una inconfundible coloración pardo-grisácea oscura, con un manchado negruzco en la cabeza y parte superior de la cola. Son de porte más rechoncho que sus congéneres de tierras bajas y sus patas un poco más cortas y robustas, las cuales le facilitan el desplazamiento por el relieve escarpado de los páramos.
Aunque probablemente su distribución fue más amplia en el pasado, en la actualidad está restringida a la Sierra Nevada de Mérida y la Sierra de La Culata, en los estados Mérida, Barinas y Trujillo.
Ellos habitan en el ecosistema páramo, por encima de los 3200 m de altitud, donde encuentran alimento y refugio entre arbustos y rocas. La cacería furtiva, la transformación de su hogar para el uso agropecuario y la proliferación de perros asilvestrados representan las mayores amenazadas para su supervivencia. Aunque existen algunos estudios sobre su biología aun es poco lo que se conoce su estatus poblacional y se consideran En Peligro de Extinción con una población inferior a los 400 individuos.
Fuera de los parques nacionales Sierra Nevada y Sierra de La Culata es muy difícil observar al venado del páramo. Incluso en estas áreas protegidas su presencia se restringe a pequeñas zonas.
Los venados son criaturas tímidas y esquivas y salvo que uno sea prudente y sigiloso, ellos siempre notarán nuestra presencia. He tenido la fortuna de observarlos, fotografiarlos y filmarlos en el páramo de Mucubají donde deambulan en las proximidades a las lagunas Victoria, Los Patos, La Negra y Mucubají, así como entre las plantaciones de coníferas exóticas sembradas durante la década de los años 50 del siglo pasado.
Aprovecho para compartir con ustedes algunas fotografías que les he tomado a estos hermosos animales, esperando sirvan de motivación e inspiración para estudiarlos y velar por su defensa y protección. Ojalá que la presencia del ciervo de los páramos se mantenga en los ambientes alto-andinos de nuestras montañas. Triste sería que lo recordemos solo a través de los restos de individuos muertos, los cuentos de cazadores o los vídeos y fotografías. Haz clic sobre la imagen que quieras ver más grande.
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| Acuarela de un venado del páramo macho adulto |
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