Las costumbres y tradiciones de carácter cultural celebradas en el estado Mérida de Venezuela poseen una marcada relación religiosa católica y tienen mayor auge durante la temporada de diciembre a marzo de cada año.
Durante una conversación sostenida con la profesora Yenny Bastidas en octubre de 2011 supe de una festividad religiosa que se lleva a cabo anualmente en una pequeña localidad merideña conocida con el nombre de Cacute. En este caso, la manifestación se centra en la veneración a la imagen milagrosa del Niño Jesús. Mi interés por los temas de la cultura autóctona me motivó a anotar esta celebración en mi agenda de trabajos fotográficos. Curiosamente la mejor excusa para recordar la fecha sería su coincidencia con mi cumpleaños. De esta manera, el 14 de Enero llegue muy temprano a Cacute, un pequeño asentamiento a 2027 metros de altitud, ubicado a 25 Km de la ciudad de Mérida por la carretera trasandina, entre las localidades de Tabay y Escagüey. El pueblo está conformado por una sola calle a cuyos lados se ubican unas pocas casas, algunas de arquitectura colonial con techos de teja, ocupando un espacio muy reducido limitado por la carretera principal que sigue rumbo al páramo y el cauce pedregoso del río Chama y la quebrada de Castro. El sosiego del lugar se acentúa por la majestuosidad del paisaje, el canto de las aves y el transitar de las nubes viajeras.
A mi llegada al lugar percibí el entusiasmo de la gente limpiando las calles y preparando todo para la misa que sería celebrada esa mañana venariega. No podían faltar también los típicos tarantines de comida y productos variados (lentes, sombreros, juguetes, pinchos, entre otros) que “aparecen mágicamente” cada vez que hay una reunión popular en estos pueblos de montaña.
A eso de las 11 am ya la calle del pueblo estaba repleta de los feligreses y turistas que acuden anualmente para rendirle culto al Santo Niño de Cacute.
Una historia repetida y que forma parte de la tradición oral cuenta que en el año de 1800 el fundador del pueblo Don Manuel Valero Pacheco, encontró la figura del niño en una casa indígena, por allá en la zona de Cacute Alto. La imagen lucía sucia y llena de hollín y los nativos pensaban que se trataba sólo de un muñeco. Don Manuel se dio cuenta inmediatamente que se encontraba ante la imagen de un Niño Jesús y la llevó a su casa donde la colocó en un lugar especial para venerarla, después de haberla limpiado. Con el pasar de los años, la gente fue adorando la imagen sagrada y se le vincularon algunos hechos milagrosos, lo cual motivó la construcción de una pequeña capilla en 1937.
Debido a la gran afluencia de visitantes que visitaban al Santo Niño, la capilla se hizo insuficiente y fue necesario levantar otra capilla más grande en 1973 para dar cabida a tantas personas; esa infraestructura que recibió la bendición el 14 de enero de 1978 es, de hecho, donde actualmente se aloja la hermosa imagen del santo patrono. En el antiguo recinto funciona ahora un modesto museo religioso con elementos asociados al la Feria del Santo Niño de Cacute.
Entre los milagros que se le atribuyen al Santo Niño de Cacute se cuenta que en 1924, el pueblo corría grave peligro por las crecidas de la quebrada de Castro, que amenazaban con inundarlo. La gente acudió a la capilla a solicitar la intervención milagrosa del niño, pero ésta se encontraba cerrada y nadie podía entrar. Entonces el dique que contenía la quebrada se reventó y gracias a esto se salvo toda la población. Un poco más tarde algunos pobladores pudieron entrar a la capilla y observaron que el niño se encontraba mojado. Para los creyentes, ese había sido un milagro del Santo Niño.
Muchos han sido los milagros y hechos asombrosos atribuidos al Niño de Cacute y por eso la fe se mantiene sólida y creciente entre sus devotos. De allí que anualmente se celebre una feria patronal en honor a su imagen para dar gracias por los favores recibidos. Este año 2012 la misa estuvo a cargo del Monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo metropolitano de Mérida, quien enalteció la ceremonia demostrando el respaldo de la Iglesia Católica a esta manifestación tradicional del ámbito rural. Una vez culminada la misa, la figura del Santo Niño es llevada en procesión por los alrededores del pueblo donde más personas se van sumando a la peregrinación en medio de alegres cantos de fe y esperanza y los típicos sonidos de morteros, tan propios de cualquier manifestación tradicional andina.
El sol abrasador durante ese 14 de Enero obligó el uso de sombrillas entre la mayoría de los peregrinos. Sin embargo, y a pesar del calor, de la gran cantidad de gente y de la fuerte luminosidad que influye en la exposición en las fotos, me aventuré a captar algunas imágenes interesantes para dejar testimonio de esta celebración de fe en Los Andes.
Mérida es un espacio lleno de maravillas naturales y culturales. Aunque resulte curioso, la falta de difusión adecuada ha afectado la justa valoración de nuestro patrimonio cultural. Mi intención al hacer este tipo de fotografías es registrar una memoria gráfica de nuestra esencia y promover el interés y orgullo por lo autóctono, por todo eso que nos hace ser únicos y tan valiosos en este planeta. Debo agradecer enormemente a Yenny Bastidas, a Coromoto Erazo, Nina Erazo y Andrés Orellana por haber sido parte de esta nueva aventura por las alturas andinas.
Durante una conversación sostenida con la profesora Yenny Bastidas en octubre de 2011 supe de una festividad religiosa que se lleva a cabo anualmente en una pequeña localidad merideña conocida con el nombre de Cacute. En este caso, la manifestación se centra en la veneración a la imagen milagrosa del Niño Jesús. Mi interés por los temas de la cultura autóctona me motivó a anotar esta celebración en mi agenda de trabajos fotográficos. Curiosamente la mejor excusa para recordar la fecha sería su coincidencia con mi cumpleaños. De esta manera, el 14 de Enero llegue muy temprano a Cacute, un pequeño asentamiento a 2027 metros de altitud, ubicado a 25 Km de la ciudad de Mérida por la carretera trasandina, entre las localidades de Tabay y Escagüey. El pueblo está conformado por una sola calle a cuyos lados se ubican unas pocas casas, algunas de arquitectura colonial con techos de teja, ocupando un espacio muy reducido limitado por la carretera principal que sigue rumbo al páramo y el cauce pedregoso del río Chama y la quebrada de Castro. El sosiego del lugar se acentúa por la majestuosidad del paisaje, el canto de las aves y el transitar de las nubes viajeras.
A mi llegada al lugar percibí el entusiasmo de la gente limpiando las calles y preparando todo para la misa que sería celebrada esa mañana venariega. No podían faltar también los típicos tarantines de comida y productos variados (lentes, sombreros, juguetes, pinchos, entre otros) que “aparecen mágicamente” cada vez que hay una reunión popular en estos pueblos de montaña.
A eso de las 11 am ya la calle del pueblo estaba repleta de los feligreses y turistas que acuden anualmente para rendirle culto al Santo Niño de Cacute.
Una historia repetida y que forma parte de la tradición oral cuenta que en el año de 1800 el fundador del pueblo Don Manuel Valero Pacheco, encontró la figura del niño en una casa indígena, por allá en la zona de Cacute Alto. La imagen lucía sucia y llena de hollín y los nativos pensaban que se trataba sólo de un muñeco. Don Manuel se dio cuenta inmediatamente que se encontraba ante la imagen de un Niño Jesús y la llevó a su casa donde la colocó en un lugar especial para venerarla, después de haberla limpiado. Con el pasar de los años, la gente fue adorando la imagen sagrada y se le vincularon algunos hechos milagrosos, lo cual motivó la construcción de una pequeña capilla en 1937.
Debido a la gran afluencia de visitantes que visitaban al Santo Niño, la capilla se hizo insuficiente y fue necesario levantar otra capilla más grande en 1973 para dar cabida a tantas personas; esa infraestructura que recibió la bendición el 14 de enero de 1978 es, de hecho, donde actualmente se aloja la hermosa imagen del santo patrono. En el antiguo recinto funciona ahora un modesto museo religioso con elementos asociados al la Feria del Santo Niño de Cacute.
Entre los milagros que se le atribuyen al Santo Niño de Cacute se cuenta que en 1924, el pueblo corría grave peligro por las crecidas de la quebrada de Castro, que amenazaban con inundarlo. La gente acudió a la capilla a solicitar la intervención milagrosa del niño, pero ésta se encontraba cerrada y nadie podía entrar. Entonces el dique que contenía la quebrada se reventó y gracias a esto se salvo toda la población. Un poco más tarde algunos pobladores pudieron entrar a la capilla y observaron que el niño se encontraba mojado. Para los creyentes, ese había sido un milagro del Santo Niño.
Muchos han sido los milagros y hechos asombrosos atribuidos al Niño de Cacute y por eso la fe se mantiene sólida y creciente entre sus devotos. De allí que anualmente se celebre una feria patronal en honor a su imagen para dar gracias por los favores recibidos. Este año 2012 la misa estuvo a cargo del Monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo metropolitano de Mérida, quien enalteció la ceremonia demostrando el respaldo de la Iglesia Católica a esta manifestación tradicional del ámbito rural. Una vez culminada la misa, la figura del Santo Niño es llevada en procesión por los alrededores del pueblo donde más personas se van sumando a la peregrinación en medio de alegres cantos de fe y esperanza y los típicos sonidos de morteros, tan propios de cualquier manifestación tradicional andina.
El sol abrasador durante ese 14 de Enero obligó el uso de sombrillas entre la mayoría de los peregrinos. Sin embargo, y a pesar del calor, de la gran cantidad de gente y de la fuerte luminosidad que influye en la exposición en las fotos, me aventuré a captar algunas imágenes interesantes para dejar testimonio de esta celebración de fe en Los Andes.
Mérida es un espacio lleno de maravillas naturales y culturales. Aunque resulte curioso, la falta de difusión adecuada ha afectado la justa valoración de nuestro patrimonio cultural. Mi intención al hacer este tipo de fotografías es registrar una memoria gráfica de nuestra esencia y promover el interés y orgullo por lo autóctono, por todo eso que nos hace ser únicos y tan valiosos en este planeta. Debo agradecer enormemente a Yenny Bastidas, a Coromoto Erazo, Nina Erazo y Andrés Orellana por haber sido parte de esta nueva aventura por las alturas andinas.
“Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro”. Albert Einstein. Haz clic sobre la imagen que desees ver más grande.
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| Devotos en la Capilla del Santo Niño de Cacute |
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| Promesante vestido con el traje típico de la figura del Santo Niño Jesús |
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| Monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo metropolitano de Mérida |
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| Imagen del Santo Niño de Cacute |
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| Santa Misa dictada por el Moseñor Porras |
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| Procesión del Santo Niños por los alrededores del pueblo de Cacute |
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| Imagen del Santo Niño de Cacute |
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| Luces por favores recibidos o solicitados |
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| Devoción |
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